Buenas tardes! Como alguno ya sabéis voy a estar un tiempo de baja porque está a punto de llegar nuestro bebé, y como no iba a ser de otra forma, a mí también me gusta guardar el recuerdo de mi embarazo con fotos. Le pedí a mi hermana que me ayudase con los disparos y luego toda la edición es cosa mía.
A su vez, antes de empezar con la sesión, tenía un proyecto en mente algo arriesgado y para ello, he decidido usarme a mí misma como modelo. Me hace mucha ilusión y la verdad no sé si los resultados son como tenía planeado, pero aunque no quede como me gustaría quiero compartirlo con todos vosotros.
El proyecto… bueno, se basa en una mezcla de sentimientos producidos por el embarazo. Pero, sobretodo, algo que me ha traido de cabeza, son mis nuevas marcas en la piel, las estrías.
Nos esforzamos en evitar que aparezcan con millones de cremas de marcas diferentes, pero, al fin y al cabo, aparecen. Y, queridos amigos, no es el fín del universo.
Así pues, me he basado en un arte japonés llamado “El Kintsugi”, el arte de hacer bello y fuerte lo frágil. Cuando los japoneses reparan objetos rotos, resaltan la zona dañada rellenando las grietas con oro. Creen que cuando algo ha sufrido un daño y tiene una historia, se vuelve más hermoso.
Eso mismo pasa con nuestra piel, las estrías son el fruto del estiramiento de la piel, para dar lugar al fruto de nuestro amor, nuestro pequeño bebé que crece día a día en nuestro interior haciendose cada segundo más fuertes y resistentes a lo que les espera, como nosotras.
“El mundo nos rompe a todos, y luego algunos se hacen más fuertes en las partes rotas.” –Ernest Hemingway
Para leer más sobre “El Kintsugi” click aquí
Espero que os guste.