Siempre terminamos dedicando gran parte de nuestras vida al trabajo, al menos para la mayoría de personas, para cubrir nuestras necesidades. Cuanto más seamos capaces de ver el trabajo como una posibilidad de enriquecernos, de aprender y relacionarnos, menor será la probabilidad de que, cuando hagamos balance, este tiempo lo restemos a lo que consideramos como realmente vivido.
Por eso, amo mi trabajo, dedicarme a la fotografía es entregado, pero no me supone ningún sacrificio. Porque un trabajo que no disgusta y que me hace sentir cómoda me llena de plenitud laboral y personal.
La fotografía no siempre ha sido mi forma de vida, en cuanto a vida laboral hablamos, pero sí supe desde el principio que quería dedicarme completamente a ella.
Siempre he intentado, en la medida de lo posible, que en mis otros trabajos se pudieran adaptar con la fotografía, y he tenido la gran suerte que en la mayoría de empleos, esto era posible.
La fotografía es mi pasión, empecé en ella muy pequeña, dando pequeños saltos, siendo autodidacta en casi todo lo que he aprendido hasta que al fín, con mucha ayuda de mi familia y amigos dí el paso de hacer de mi hobby, algo serio.
Dedicarme a la fotografía para mi, no es simplemente la forma de ganarme la vida, es ver en cada día, en cada sesión, en cada boda, bautizo… algo bonito y único. Llenarme con cada experiencia, con cada persona que voy conociendo por el camino.
Por eso cuando preparo una sesión me gusta conocer los interesados, mostrar de ellos su esencia, y siempre abierta a recorrer nuevos caminos y proyectos.
Esta es mi pasión.